Reportoriu particular: hui es el día del añu en que los picapiescos vienin a casa a comé-las pugas de flor de los cerojalis. La fecha importa pocu. La marca encarnaa la pon el picapiescos, tráila por lanti.
Y la preocupación crece. Al menos, para quienes no nos resignamos a quedarnos en casa, a base de “sopitas y vino”.
Hay quien sólo mira los intereses de “los suyos” y, caiga quien caiga, como los peores forofos futboleros, no miran alrededor, y pierden de vista que, de tanto mirarse al ombligo, “los suyos” pueden quedarse con los mocos colgando.
Me refiero al desolador panorama electoral de Torrelavega, tal y como se encuentra en la actualidad. Mucha gente, visto lo visto, se plantea a quién votar o, incluso, si merece la pena votar en las municipales.
Leo a un colectivo internacionalista de Cantabria "llamar a participar" en las Marchas de la Dignidad 2015 "para significar que los problemas del Estado son los mismos en todos los territorios".
No le daría más importancia si no se tratara de una falacia que en los últimos tiempos viene repitiendo no sólo el nacionalismo español, sino también determinadas corrientes de la izquierda, quizá para legitimar que su organización y praxis asuma los marcos de lo que queda de Imperio. Es grave, porque supone un retroceso respecto al reconocimiento de la diversidad del Estado que hubo tras la muerte del Dictador, y que llevó al surgimiento de organizaciones territoriales independientes o federadas, no concebidas como una sucursal "regional" como son algunas ahora. Pero sobre todo, debe ser contrastado porque partiendo de premisas falsas es muy difícil llegar a conclusiones emancipadoras.